He estado en Venecia cinco veces y siempre me ha llamado poderosamente la atención dos cosas a mi parecer muy contrarias: su belleza romántica y su decadente aspecto, motivado éste último por la intensa humedad y por las heridas manifiestas que el agua ha dejado en todos sus edificios.Aún así, no creo que ninguno de nosotros seamos ajenos a la belleza y a la admiración que nos despierta. Hay una frase de Rosa Montero que me encanta, dice lo siguiente " Una vez más pensé que un solo instante de verdadera belleza puede valer toda la vida" y esto fue lo que pensaría el protagonista de Muerte en Venecia, Aschenbach, al contemplar al joven Tadzio.
EL VIAJE
Pero vayamos por partes, la primera pregunta es ¿ qué lleva a un escritor de renombrada fama a la necesidad de escapar de su vida y viajar a Venecia? Es aquí cuando entra en juego la necesidad del viaje. ¿ Quién de nosotros no ha sentido la necesidad imperiosa de abandonar nuestra rutina mortecina y cambiar de paisaje, de miras, de convicciones y dejarse llevar por la belleza de las cosas y disfrutar del momento?Nuestro protagonista escapa hacia las playas meridionales buscando la luz, la inspiración, las nuevas experiencias, guiado por las ensoñaciones y las imaginaciones que nos cuentan en este fragmento:
"Eran ganas de viajar, nada más: pero sentidas con
una vehemencia que las potenciaba hasta el ámbito de lo pasional y
alucinatorio. De su deseo surgieron visiones; su imaginación, no apaciguada aún
desde que iniciara la pausa en el trabajo, y empeñada en representarse de golpe
todos los horrores y prodigios de la abigarrada Tierra, se forjó con ellos un
modelo. Y vio, vio un paisaje […] y sintió su corazón latir de miedo y de
enigmáticos deseos" Pero no sólo eso, cierta premonición de la muerte es lo que le hace ir también a Venecia, y es la muerte la que ya allí se muestra en forma de epidemia y la que va adquiriendo la figura principal a lo largo de la novela junto al joven Tadzio. Nada más comenzar el relato, observamos como Gustav decide dar un paseo por la ciudad de Munich y sus pasos lo llevan hasta el Cementerio del Norte. Allí, además de disfrutar de la soledad y de la paz de los cementerios, se dedica a leer algunas inscripciones que resultaran premonitorias del final de la novela: "Entrarán en la mansión de Dios" y "Que la Luz perpetua los alumbre"
Su llegada a Venecia en góndola no puede ser más premonitoria:
"Esa extraña embarcación, que desde épocas baladescas nos ha llegado inalterada y tan peculiarmente negra como sólo pueden serlo, entre otras cosas, los ataúdes, evoca aventuras sigilosas y perversas entre el chapoteo nocturno del agua; evoca aún más la muerte misma, el féretro y la lobreguez del funeral, así como el silencioso viaje final"
Y a en Venecia, Gustav se va adentrando en las
callejas de la ciudad y descubre la realidad
del mal que la aqueja: la peste se ha apoderado de la ciudad desde el mes de mayo y ya son varios los cadáveres recogidos. Pero
las autoridades esconden esa cruda y
luctuosa realidad. Poco antes del final, el narrador califica al joven Tadzio
de psicagogo, nombre griego que
significa "conductor de almas", una especie de Caronte, que lleva
a las almas al reino de los muertos. Y será el propio Gustav el que,
finalmente, acabe encontrando la muerte.
En determinado momento Aschenbach toma la decisión de
marcharse de Venecia porque considera que el clima no hace bien a su salud pero
al final decide quedarse deseoso de volver a sentarse en la playa a contemplar
a Tadzio y aun con evidentes sospechas de que existe una epidemia en la ciudad.
Ha sido dominado por el erotismo y por la muerte.
EL ESCRITOR
Gustav von Aschenbach: escritor maduro, colmado de fama, respetado se encuentra inquieto, desasosegado, y descubre que necesita viajar, nuevas experiencias, huir hacia adelante y descubrir una nueva inspiración. Exigente consigo mismo, jamás había conocido el ocio. Siempre tuvo un gran sentido de la disciplina: se levantaba temprano, se duchaba con agua fría. Se casó joven con una muchacha de familia culta, que murió al poco tiempo dejándole una hija, que ya está casada.
Cuando se encapricha de Tadzio se convierte en objeto de
íntima adoración y tormentoso amor. El escritor se debate
entre el respeto a las normas impuestas por la moral convencional y la fuerza
de una pasión prohibida: el amor que experimenta por el joven polaco. Sin embargo, los delirios
amorosos del artista se mantienen en un plano puramente intelectual,
pues el temor al rechazo le impide acercarse físicamente al joven Tadzio.
EL OBJETO DE DESEO: TADZIO
Iadzio (diminutivo polaco de Iadeusz): es un muchacho de
catorce años, bello, de rubios cabellos, ojos grises, boca adorable, que
simboliza el ideal platónico de la belleza griega
y de la verdad y que se convierte en objeto del deseo amoroso del maduro escritor.
Además de su belleza física, posee un encanto arrollador, gracias a su traje de
marinero inglés, a su actitud de indolente
elegancia, a su blancura marfileña -señal de que se trata de un muchacho enfermizo- y a su ingenua y graciosa
coquetería. Todo ello le confiere una
imagen muy sensual y una belleza casi divina, a los ojos de Gustav
"El rostro, pálido y graciosamente reservado, la rizosa cabellera color miel que lo enmarcaba, la nariz rectilínea, la boca adorable y una expresión de seriedad divina y deliciosa hacían pensar en la estatuaria griega de la época más noble; y además de esa purísima perección en sus formas, poseía un encanto tan único y personal que su observador no creía haber visto nunca algo tan logrado en la naturaleza ni en las artes plásticas"
EL AMOR O LA CONTEMPLACIÓN DE LA BELLEZA
Se dice que Tomas Mann estando casado se pudo sentir atraído por un jovencito polaco, en el transcurso de unas vacaciones con su mujer en el Hotel de los Baños durante el verano de 1911, pero la única certeza que tenemos es que cuando nuestro personaje contempla por primera vez al joven Tadzio se queda prendado de su belleza, de su equilibrio y de todo lo que conlleva esto. Pensar que Aschenbach es un pederasta y homesexual es hacer una lectura muy superficial de esta novela, pues en realidad, hay un continuo diálogo a la manera del Fedro de Platón sobre la belleza y la necesidad de ella.
Desde la primera vez que se encuentra con el joven Tadzio, siente que está dominado por una fuerza tal que ya nunca le podrá abandonar. Lo contempla en el comedor, en la playa, en los encuentros fortuitos en el hotel,etc. No puede dominarlo, ni quiere. De hecho, con inspiración renovada escribe en su presencia y le devuelve la luz que había sentido perdida.
"Su aspiración era trabajar en presencia de Tadzio, escribir tomando como modelo la figura del efebo, hacer que su estilo siguiera las líneas de ese cuerpo, en su opinión, divino, y elevar su belleza al plano espiritual, como en cierta ocasión el águila elevara al éter al pastor troyano. Nunca había sentido con mayor dulzura el placer de la palabra ni había sido tan consciente de que Eros moraba en ella, como durante esas horas peligrosamente exquisitas en las que, sentado a su tosca mesa bajo el toldo de lona, en presencia de su ídolo y con la música de su voz en el oído, dio forma a un breve ensayo inspirándose en la belleza de Tadzio, una página y media de prosa selecta cuya transparencia, nobleza y tenso y vibrante lirismo habrían de suscitar, poco después, la admiración de mucha gente"
Aunque también rozará la decadencia y el patetismo cuando trate de “rejuvenecerse” en
manos del barbero que lo maquilla, a fin de resultar más agradable y menos
viejo ante los ojos de Tadzio. Sin embargo, la degradación física del personaje no tiene por qué corresponderse con una degradación moral, y aunque en apariencia el personaje se vuelve un tanto grotesco, en su interior tal vez está experimentando la experiencia más importante que pueda tener un ser humano. Ha contemplado la belleza (“quien ha contemplado con sus ojos la belleza está ya consagrado a la muerte”) , ha encontrado el sentido de su vida, puede morir ya tranquilo y del hecho de que lo haga se vislumbra que finalmente consiguió lo que tanto había anhelado y lo que daba sentido a su " viaje".
"En un instante dado se levantó para encontrar la mirada, pero cayó de bruces, de modo que sus ojos tenían que mirar de abajo arriba, mientras su rostro tomaba la expresión cansada, dulcemente desfallecida, de un adormecimiento profundo. Sin embargo, le parecía que, desde lejos, el pálido y amable mancebo le sonreía y le saludaba desde el mar"
Y terminamos con esta cita de Nietzche :
"¿ Donde esta la belleza? Allí donde uno tiene que querer con toda la fuerza de voluntad; allí donde uno quiere amar y perecer, para que tal imagen deje de ser nada más que imagen. Amar y perecer; desde todas las eternidades lo uno esta ligado a lo otro"
Fragmentos extraidos de : http://medianochebajoelsol.blogspot.com.es/2011/07/apolo-y-dionisos-en-la-muerte-en.html
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