miércoles, 25 de febrero de 2015

La muerte de Gregorio

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El grupo de teatro catalán "La Fura dels Baus" representó en 2006 la obra, una versión libre del libro que hemos leído. Su director decía lo siguiente:  "No hemos jugado con la idea de animalidad, sino con la de aislamiento", por lo que en el espectáculo no aparece, como en el relato del filósofo, un Gregor Samsa convertido en insecto, sino un joven que "se ve incapaz de cumplir sus propias expectativas y las de su entorno, y por ello se aisla y se encierra". Ollé confiesa que "nos cautivó" el fenómeno japonés que afecta a un 10% de los jóvenes de ese país, que se encierran en su habitación y cortan cualquier relación con el exterior, reflejo de "una sociedad en la que es difícil exteriorizar los sentimientos".




Analizaremos el siguiente fragmento sobre la muerte de Gregorio Samsa, con la conclusión final aprendida de que hay que saber manejar los conflictos buscando siempre una solución porque si no nos quedamos en la monotonía y en la depresión y nos lleva a una muerte psicológica que es peor que una muerte física

COMENTARIO DE TEXTO
(…) El cuerpo de Gregorio aparecía efectivamente completamente plano y seco. De esto, sólo se enteraban ahora, porque ya no lo sostenían  sus patitas, y nada apartaba de él la mirada.
—Grete, vente un ratito con nosotros— dijo la señora Samsa  sonriendo melancólicamente. Y Grete, sin dejar de mirar hacia el cadáver,  siguió a sus padres a la alcoba. La asistenta cerró la puerta, y abrió la  ventana de par  en par. Era todavía muy temprano, pero el aire tenía ya, en su frescor, cierta tibieza. Se estaba justo a fines de marzo.
Los tres huéspedes salieron de su habitación y buscaron con la  vista su desayuno. Los habían olvidado.
— ¿Y el desayuno?— le preguntó a la asistenta con mal humor el  señor, que parecía llevar la voz cantante.
Pero la asistenta, poniéndose el índice ante la boca, invitó  silenciosamente a los señores, con señas enérgicas, a entrar en la  habitación de Gregorio.
Entraron, pues, y allí estuvieron en el cuarto inundado de claridad,  en torno al cadáver de Gregorio, con expresión desdeñosa y las manos  hundidas en los bolsillos de sus algo raídos chaqués.
Entonces, se abrió la puerta de la alcoba, y apareció el señor Samsa, enfundado en su librea, llevando de un brazo a su mujer y del otro  a su hija. Todos tenían trazas de haber llorado algo, y Grete ocultaba de  vez en cuando el rostro contra el brazo de su padre.
Abandonen ustedes inmediatamente mi casa— dijo el señor Samsa, señalando la puerta, pero sin soltar a las mujeres.
— ¿Qué pretende usted dar a entender con esto?— le preguntó el que llevaba  la voz cantante, algo desconcertado, y sonriendo con timidez.
Los otros dos tenían las manos cruzadas a la espalda, y se las frotaban sin cesar una con otra, como si esperasen gozosos una pelea,  cuyo resultado había de serles favorables.
- Pretendo decir exactamente lo que he dicho —contestó el señor  Samsa, avanzando con sus dos acompañantes en una sola línea hacia el  huésped.
Éste permaneció un punto callado y tranquilo, con la mirada fija en el suelo, como si estuviera ordenando sus pensamientos (...)


UN CORTO SOBRE LA METAMORFOSIS 







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